... estudiando español y es una estupenda oportunidad para poner en práctica todo lo que ha aprendido.
Todo planeado
Stefan está un poco nervioso, ha preparado muy bien su visita, pero, según ha leído, en España cada una de las sucursales es un poco diferente. Stefan viaja a Madrid. Es la primera vez que viaja a la capital. Conoce Valencia y Gran Canaria, pero aquí la gente le parece un poco más brusca y estresada. Aun así, pregunta a una chica por el metro que debe tomar y ella se toma el tiempo de explicarle qué tiene que hacer: la línea que debe tomar y la opción más económica para llegar a su destino. Ha entendido casi todo.
Preguntas básicas
Tú - En España si preguntamos a un joven o a alguien de nuestra edad, podemos tutearlo.
-Hola, perdona, ¿puedes ayudarme? Tengo que ir a la Gran Vía, ¿cómo puedo llegar hasta allí?
Usted - Si no estamos seguros o se trata de una persona mayor, es mejor hablar de usted.
-Perdone, ¿puede ayudarme? Tengo que ir a la Gran Vía, ¿podría decirme cómo llegar hasta allí?
En las empresas es mejor hablar de usted y esperar a que nos ofrezcan el tuteo. En España está generalizado el uso del nombre. En casos más formales:
Don/doña + nombre y/o apellidos:
Hola, don José. / Hola, doña Ramírez. Sr./Sra. + apellido principal:
-Hola, buenos días, Sra. García. / Buenos días, Sr. Moreno.
Las “claves” para triunfar en España: comida, aficiones y familia
Stefan ha llegado a su hotel en la Gran Vía. Ha deshecho la maleta y ha salido a comer algo. Aunque los españoles cenan tarde, ha encontrado un sitio abierto. Es un lugar impersonal, con buenos bocadillos. Después vuelve al hotel y prepara su ropa para el día siguiente. Aunque es joven y su empresa no es muy jerárquica, elige un traje oscuro y una corbata.
En la empresa
Stefan se ha levantado temprano, se ha duchado y ha desayunado bastante bien. Ha decidido tomar el metro. Es fácil y rápido. Llega a su oficina. Uf, todavía no son las ocho, llama… Le abre la puerta una señora. “¡Hola, buenos días! ¿Es usted Estefan Muler?”, le pregunta con una sonrisa. “Sí, soy Stefan Müller”, responde él. Para la sorpresa de Stefan, en la oficina no hay nadie. La señora, que se llama Marta Carrillo, le invita a tomar un café y le enseña la oficina. Ella le explica que los compañeros llegan sobre las 8:30 a trabajar. Mientras tanto, Marta le cuenta su vida: tiene dos hijos, está divorciada y vive en Alcorcón, cerca de Madrid. Stefan está un poco confuso y se siente un poco incómodo, porque Marta se “acerca mucho” y le hace muchas preguntas “personales”. ¿Será el nuevo perfume?
ATENCIÓN
El 50 % del éxito en un negocio depende de su capacidad empática. Ser simpático, caer bien, es llevar ventaja. Pero no confunda simpatía con amistad.
Cuando llega el resto de los trabajadores y su compañero de proyecto, César Gómez, se siente todavía más inseguro: todos le llaman por su nombre. “Aquí nos tuteamos”, afirma Gómez. Y, además, todos le preguntan que de dónde es, no entiende por qué tanto interés por su lugar de nacimiento. Sin embargo, muestran poco interés por una estupenda presentación en Power Point, que ha preparado para presentarse él y poder comentar el proyecto con cifras de manera clara y objetiva.
Carla Braun
¡Se han ido todos! Todos…, menos un par de oficinistas y una chica. La chica se presenta -Carla Braun- y le dice: “Se han ido a desayunar”. “¡¿A las 11:30?!”. “Sí, normalmente bajan a las 11:00, pero has tardado con la presentación…”, le dice Carla. Además, Carla le explica que, en España, es mejor presentarse de un modo más personal. Mostrar tu carácter y ser espontáneo. “Deberías haber bajado a la cafetería con ellos, es tan importante como hacer un buen trabajo”, le dice. “Pero, ¡¿cuándo trabajan los españoles?!”, pregunta Stefan. “Ufff…, tarde, más tarde. La mayor parte de los negocios se hace durante la comida o, mejor dicho, durante los postres. Después, por la tarde, hay reuniones, y muchas veces las oficinas están llenas hasta las nueve de la noche”, le responde Carla. “¿Y la familia? ¿Cuándo tienen tiempo para la familia?”, pregunta Stefan confundido. Carla se encoje de hombros y le regala una barrita energética. “La vas a necesitar. Aquí se come a las tres”, explica con una sonrisa. Definitivamente, Stefan tiene mucho que aprender… “¡Tengo que quedar con Carla!”, piensa. Y sonríe.
TÍTULOS
En España y Latinoamérica los títulos son muy valorados: estudié en, me gradué en…; tengo un máster/ doctorado en…
SOLUCIONES
¿Ser o estar?
1. soy, 2. soy, 3. soy, 4. estoy, 5. estoy
Vocabulario
1. e, 2. b, 3. a, 4. d, 5. c
Títulos
1. en, 2. en, 3. de, 4. de, 5. en
¿Qué significa trabajar en España?
HORARIOS INFINITOS: los españoles trabajan muchas horas. La presencialidad sigue siendo un factor valorado en la empresa. Más horas no quiere decir más eficacia. En España se trabaja más horas que en otros países de la Unión Europea. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se trabaja al año 280 horas más que en Alemania. Por ley no se puede trabajar más de 40 horas semanales, pero la realidad es otra. En Madrid la media es de 44,2 horas semanales y el 8 % de la población trabaja más de 49 horas. Así, es lógico encontrar estos titulares en las revistas de moda: “El vestido ideal: perfecta en la oficina y genial para salir de marcha”. Si tienes hijos, el problema es la conciliación laboral y familiar que rara vez existe en la vida real.
DELEGAR: a muchos jefes españoles les cuesta delegar, pierden un tiempo precioso revisando lo que se ha hecho. Esto tiene que ver con que muchos jefes no trabajan como dinamizadores sino como controladores. Las razones pueden ser diferentes: falta de confianza en los trabajadores, inseguridad…
EL VALOR DE LA PALABRA: si un alemán escucha “Sí, sí, ya lo hago yo…”, entiende que esa persona se va a encargar de hacer ese trabajo. Si un español dice “Sí, sí, ya lo hago yo…”, puede decir -según el contexto- “Lo haré cuando tenga tiempo, ahora no”. Esto crea muchas confusiones. No es que el español no haga lo que promete, sino que para los españoles está claro que, por el tono y la manera, es una forma de reaccionar: nadie dice “no” directamente al jefe.
El inevitable choque cultural
A los españoles les cansa (a veces) la minuciosidad alemana: discutir todos y cada uno de los detalles impide avanzar.
A los alemanes les molesta la imprecisión española: avanzan rápido, pero a veces mal por la falta de previsión.
A los alemanes les molesta que los españoles den rodeos al hablar -que no digan directamente lo que piensan-. A los españoles les incomodan a veces las preguntas directas de los alemanes.